Ideas y hábitos que favorecen la longevidad

El envejecimiento se puede detener y revertir

La edad biológica es diferente de la edad cronológica. Una persona puede tener veinte años y hallarse emocional y físicamente acabada, con el estado biológico de un anciano. Por el contrario, puedes tener setenta años y estar física y mentalmente en forma, con niveles biológicos de resistencia, vitalidad, creatividad, lucidez y dinamismo propios de una persona joven.

La acumulación de toxinas en el cuerpo acelera el proceso de envejecimiento

Las toxinas son el resultado de un medio ambiente tóxico, comidas o bebidas tóxicas o contaminadas, relaciones tóxicas y emociones tóxicas. También se originan como desechos del funcionamiento del cuerpo. Al eliminar esas toxinas, el tiempo de tu reloj biológico comienza a ir marcha atrás.

El ejercicio físico tiene un efecto directo sobre el envejecimiento, revertiendo su proceso

En el Estudio Longitudinal del Envejecimiento Baltimore, cuando se les pedía a las personas participantes que realizaran ejercicios livianos o moderados, los hombres sexagenarios eran tan eficientes como los de 20 a 30, aunque aquéllos debían utilizar una proporción mayor de su capacidad física total. Los investigadores de Tufts descubrieron que el cuerpo anciano se beneficia tanto como el joven con el ejercicio; el aumento de masa muscular en doce semanas de levantar pesas era el mismo entre los sexagenarios que en sujetos mucho más jóvenes.

Una alimentación adecuada, así como suplementos nutricionales, como antioxidantes, por ejemplo, resultan muy útiles para enlentecer el proceso de envejecimiento

En una sociedad que presenta tasas récord de obesidad, alcoholismo, trastornos de la alimentación y dietas milagrosas para la figura, es difícil cumplir con unas normas básicas de alimentación sana.

La alimentación inadecuada se relaciona directamente con la enfermedad y el envejecimiento prematuro. Nuestra dieta contiene un 40 por ciento de grasa, 65 kilos de azúcar blanco por año y de tres a cinco veces más sal de la que el cuerpo necesita. No es coincidencia que el 86 por ciento de las personas mayores de 65 años sufran de uno o más trastornos degenerativos, como enfermedades cardiacas, tumores, artritis, diabetes y osteoporosis. Aunque desde hace tiempo se considera que éstas son enfermedades de la vejez, ahora las vemos más adecuadamente como enfermedades de nuestro estilo de vida; hay señales alarmantes de que estos mismos trastornos se van presentando en personas menores de 50 años y hasta en niños.

Si los miembros de sociedades primitivas y tribus sobreviven a las enfermedades infantiles y los accidentes (sus causas principales de muerte prematura), entonces gozan de constituciones fuertes y saludables durante toda la vida. En cambio, nuestro estilo de vida crea las bases para el cáncer y los trastornos cardiacos en todas las edades. Hace cien años, cuando ingeríamos mucha menos grasa y alimentos químicos, mucha más fibra y sólo una pequeña parte de nuestro consumo actual de azúcar blanco, la incidencia de enfermedades crónicas era también proporcionalmente menor.

La relajación y meditación retardan el envejecimiento biológico

En 1978, R. Keith Wallace, de la Universidad de California, investigó los efectos de la meditación en el envejecimiento humano. Utilizó tres factores de edad biológica: la presión sanguínea, la visión de cerca y la capacidad de audición, todos los cuales declinan típicamente con los años, y pudo demostrar que mejoraban con la práctica de la meditación tascendental a largo plazo, indicando que la edad biológica se revertía. Quienes practicaban regularmente desde hacía menos de cinco años tenían una edad biológica media cinco años inferior a su edad cronológica; los que meditaban desde hacía más de cinco años eran doce años más jóvenes de lo que indicaba su edad cronológica.

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Nuestra experiencia del tiempo nos influye directamente. Si dispones de poco tiempo, tu reloj biológico se acelera; en cambio, si tienes todo el tiempo del mundo, tu reloj biológico se vuelve más lento.