Mitos sobre la edad y el envejecimiento

Si doy por cierta una de estas afirmaciones o todas ellas, es que estoy bajo la influencia de creencias que no se ajustan a la realidad:

 

Envejecer es natural
Sin embargo, hay partes de la persona que no envejecen: las emociones, el yo, el tipo de personalidad y otras muchas características, así como grandes porciones de ADN. Físicamente no tiene sentido decir que el agua y los minerales del cuerpo envejecen, ¿qué sentido tiene decir agua vieja o sales viejas? Y tan sólo estos componentes constituyen el 70 por ciento del cuerpo.
Envejecer es inevitable
Para nada, y cada vez hay más mayores jóvenes que contradicen esta afirmación. Con alimentación equilibrada y natural, cuerpo y mente bien puestos y una conciencia sin edad, lo inevitable es borrar numerosas marcas del paso del tiempo, internas y externas.
Envejecer es normal
No hay una curva normal de envejecimiento que se aplique a todo el mundo. Algunas personas carecen de ciertos síntomas de la edad; otras, en cambio, los sufren mucho antes de llegar a la vejez.
Envejecer tiene un componente genético que afecta a todos
Esto es cierto en muy pocos casos, no en el grado que se supone. Si los padres han llegado a octogenarios, la esperanza de vida del hijo aumenta sólo en tres años. La cantidad de gente que posee genes tan buenos o tan malos que puedan alargar o acortar significativamente su vida es de menos del 5 por ciento. En cambio, al adoptar simples normas de vida saludables, puedes, en la mayoría de los casos, retrasar los síntomas del envejecimiento hasta treinta años.
Envejecer es doloroso, física y mentalmente
Esto no es resultado del envejecimiento en sí, sino de las diversas enfermedades que afligen a los ancianos, muchas de las cuales se pueden evitar.
El envejecimiento parece universal, porque todos los sistemas ordenados se descomponen con el tiempo
Nuestro cuerpo resiste muy bien esa degradación. Sin influencias negativas de dentro o de fuera, nuestros órganos y tejidos podrían durar fácilmente entre 115 y 130 años.
Envejecer es fatal, porque todos debemos morir
En la inmensa mayoría de los casos, la causa de la muerte no es la vejez, sino las enfermedades.

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A lo largo de la historia, la gente daba por seguro que llegarían a la ancianidad —si llegaban— débiles, seniles, socialmente inútiles, enfermos y pobres. Antes del siglo XX, sólo una entre diez personas llegaba a los 65 años.

Durante siglos, las personas estuvieron sometidas a un ambiente muy, muy duro: alimentación horrenda, trabajos físicos excesivos a lo largo de toda la vida y epidemias incontrolables que aceleraban el envejecimiento radicalmente. Si vemos algunas fotos de emigrantes que se fueron a principios de siglo XX, las mujeres de 40 años estaban ojerosas y demacradas, como si tuvieran 70 mal llevados. Había adolescentes que parecían hombres maduros muy castigados.

El envejecimiento es la respuesta del cuerpo a las condiciones que se le imponen, tanto por dentro como por fuera. Nuestra edad se adapta a nuestro modo de vivir y de ser.

La media de vida de europeos y estadounidenses, que en 1900 era de 49 años, subió en 1990 a 75. Los años de vida ganados en menos de un siglo equivalen a la duración total de la vida que tuvieron los individuos durante más de cuatro mil años. Desde los tiempos prehistóricos hasta la revolución industrial, la media de vida fue inferior a 45 años. Sólo el 10 por ciento de la población llegaba a los 65. Hoy, el 80 por ciento de la población llega a esa edad.

Aunque vemos que el envejecimiento es un fenómeno fluido y cambiante, aún nos encontramos bajo la creencia de considerarlo un proceso biológico. Cuando observas tu cuerpo y reparas en lo mucho que ha cambiado físicamente desde que eras joven, el envejecimiento parece un fenómeno obvio. En realidad está muy lejos de serlo.

Muchas veces, los médicos y personal sanitario no tratan con ancianos, sino con enfermos. Reducidos a tratar enfermedades, se olvida cómo es el envejecimiento cuando no se presenta ninguna enfermedad. Más aún: los pocos investigadores que se interesaban por el proceso del envejecimiento tendían a trabajar con los mayores en hospitales. El envejecimiento normal que observaban era anormal: a las personas normales de salud no se las hospitaliza.

Rara vez morimos de vejez; y aunque al sentido común le guste pensar que envejecemos por gastarnos, ninguna teoría del envejecimiento por desgaste ha resistido nunca a un estrecho escrutinio.

El cuerpo envejecido parece haberse gastado como un coche o una lavadora muy usados. Sin embargo, a diferencia de las máquinas que se agotan con el exceso de uso, el cuerpo humano es capaz de mejorar cuanto más se utiliza. Unos bíceps bien ejercitados no se deterioran: se fortalecen. Los huesos de las piernas aumentan su masa en proporción al peso que cargan; eso explica que la osteoporosis sea prácticamente desconocida en las sociedades tribales, donde la actividad física es habitual durante toda la vida.

Más aún, si el desgaste fuera la verdadera causa del envejecimiento, sería razonable pasarse la vida en la cama. Pero el reposo prolongado es desastroso: una persona obligada a guardar cama unas cuantas semanas sufrirá pérdida de tejido muscular y óseo como si hubiera envejecido hasta una década.

El desgaste como explicación de la artrosis, aunque parece de sentido común, no logra explicar unas cuantas cosas. Hay personas que nunca tienen esta enfermedad, aunque sometan sus articulaciones a tensiones extremas. Otras terminan lisiadas tras pasar la vida en un trabajo sedentario, y ciertos sitios preferidos de la enfermedad, como los dedos, apenas soportan peso alguno.

Un tipo común de artritis, la reumatoidea, se ha relacionado con factores emocionales, y y se da más en mujeres con una marcada tendencia a reprimir sus emociones, que adoptan la pasividad y la depresión como manera de enfrentar el estrés, antes que enojarse o enfrentar los temas emocionales graves. La enfermedad puede empeorar en períodos de tensión y, por causas desconocidas, también puede desaparecer.

Ya puedes, si quieres, empezar a deshacerte de las creencias que te llevan al deterioro y la decrepitud. Te proponemos reemplazarlas por creencias que promueven la salud y la vida.

 

Ideas y hábitos que favorecen la longevidad

El envejecimiento se puede detener y revertir

La edad biológica es diferente de la edad cronológica. Una persona puede tener veinte años y hallarse emocional y físicamente acabada, con el estado biológico de un anciano. Por el contrario, puedes tener setenta años y estar física y mentalmente en forma, con niveles biológicos de resistencia, vitalidad, creatividad, lucidez y dinamismo propios de una persona joven.

La acumulación de toxinas en el cuerpo acelera el proceso de envejecimiento

Las toxinas son el resultado de un medio ambiente tóxico, comidas o bebidas tóxicas o contaminadas, relaciones tóxicas y emociones tóxicas. También se originan como desechos del funcionamiento del cuerpo. Al eliminar esas toxinas, el tiempo de tu reloj biológico comienza a ir marcha atrás.

El ejercicio físico tiene un efecto directo sobre el envejecimiento, revertiendo su proceso

En el Estudio Longitudinal del Envejecimiento Baltimore, cuando se les pedía a las personas participantes que realizaran ejercicios livianos o moderados, los hombres sexagenarios eran tan eficientes como los de 20 a 30, aunque aquéllos debían utilizar una proporción mayor de su capacidad física total. Los investigadores de Tufts descubrieron que el cuerpo anciano se beneficia tanto como el joven con el ejercicio; el aumento de masa muscular en doce semanas de levantar pesas era el mismo entre los sexagenarios que en sujetos mucho más jóvenes.

Una alimentación adecuada, así como suplementos nutricionales, como antioxidantes, por ejemplo, resultan muy útiles para enlentecer el proceso de envejecimiento

En una sociedad que presenta tasas récord de obesidad, alcoholismo, trastornos de la alimentación y dietas milagrosas para la figura, es difícil cumplir con unas normas básicas de alimentación sana.

La alimentación inadecuada se relaciona directamente con la enfermedad y el envejecimiento prematuro. Nuestra dieta contiene un 40 por ciento de grasa, 65 kilos de azúcar blanco por año y de tres a cinco veces más sal de la que el cuerpo necesita. No es coincidencia que el 86 por ciento de las personas mayores de 65 años sufran de uno o más trastornos degenerativos, como enfermedades cardiacas, tumores, artritis, diabetes y osteoporosis. Aunque desde hace tiempo se considera que éstas son enfermedades de la vejez, ahora las vemos más adecuadamente como enfermedades de nuestro estilo de vida; hay señales alarmantes de que estos mismos trastornos se van presentando en personas menores de 50 años y hasta en niños.

Si los miembros de sociedades primitivas y tribus sobreviven a las enfermedades infantiles y los accidentes (sus causas principales de muerte prematura), entonces gozan de constituciones fuertes y saludables durante toda la vida. En cambio, nuestro estilo de vida crea las bases para el cáncer y los trastornos cardiacos en todas las edades. Hace cien años, cuando ingeríamos mucha menos grasa y alimentos químicos, mucha más fibra y sólo una pequeña parte de nuestro consumo actual de azúcar blanco, la incidencia de enfermedades crónicas era también proporcionalmente menor.

La relajación y meditación retardan el envejecimiento biológico

En 1978, R. Keith Wallace, de la Universidad de California, investigó los efectos de la meditación en el envejecimiento humano. Utilizó tres factores de edad biológica: la presión sanguínea, la visión de cerca y la capacidad de audición, todos los cuales declinan típicamente con los años, y pudo demostrar que mejoraban con la práctica de la meditación tascendental a largo plazo, indicando que la edad biológica se revertía. Quienes practicaban regularmente desde hacía menos de cinco años tenían una edad biológica media cinco años inferior a su edad cronológica; los que meditaban desde hacía más de cinco años eran doce años más jóvenes de lo que indicaba su edad cronológica.

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Nuestra experiencia del tiempo nos influye directamente. Si dispones de poco tiempo, tu reloj biológico se acelera; en cambio, si tienes todo el tiempo del mundo, tu reloj biológico se vuelve más lento.

El envejecimiento se puede revertir

Saludos al mundo
Iniciamos este blog para compartir y comentar temas referentes a la madurez, el envejecimiento y las formas de contrarrestarlos.

Asimismo, también tratamos de las actividades de Serenade acerca de las soluciones y herramientas que ofrecemos para rejuvenecer, promover y aumentar la longevidad, todo ello aumentando a la vez la salud y bienestar.

El envejecimiento se puede revertir

Durante nuestro desarrollo, las personas vamos adquiriendo y fijando en nuestro interior diversos modos de pensar y ver la vida.

Actualmente, acatamos ciertas reglas de la existencia, según las cuales la vejez, junto con las enfermedades y decrepitud que la acompañan son inevitables.

Es una visión del mundo inculcada durante generaciones por la familia, maestros, amistades, y por la sociedad en general. Es tan corriente y parece tan lógica, que nos parece completamente normal. Peor aún, nos resulta indiscutible.

Dicha visión del mundo nos dicta:

  • que la mente y el cuerpo son cosas separadas e independientes una de otra,
  • que la conciencia humana es explicada solamente por la bioquímica,
  • que como individuos vivimos desconectados unos de otros,
  • que nuestra percepción del mundo es adecuada y nos brinda una imagen exacta de cómo son las cosas.
  • que el tiempo existe como absoluto y nada escapa a sus estragos,
  • que el sufrimiento es necesario e inevitable, pues forma parte de la realidad y, por tanto, somos víctimas inevitables de la enfermedad, el envejecimiento y la muerte.

Todo esto lo iremos discutiendo en sucesivos artículos.

Por lo pronto, afirmamos que de la misma manera que podemos provocarnos una indigestión por un disgusto, padecer crónicamente de presión arterial alta tras años de estrés continuado, o arrugarnos, desgastarnos y volvernos frágiles tras décadas de obedecer esa visión del mundo que nos pone una fecha de caducidad, podemos igualmente con algunos cuidados y cambiando nuestra conciencia y modo de pensar, aumentar mucho nuestros años de existencia plena, saludable y feliz.

Que se sepa, los seres humanos somos las únicas criaturas sobre la tierra que pueden cambiar el funcionamiento de su cuerpo por lo que piensan y sienten. Somos seres que tienen conciencia del paso del tiempo y el envejecimiento, algo de lo que un gato o un erizo carecen.

Como los humanos tenemos conciencia de las cosas y de nosotros mismos, nuestro estado mental influye sobre aquello de lo que tenemos conciencia. Por tanto, podemos cambiar nuestro cuerpo y nuestra mente cambiando nuestra conciencia.

Nuestros pensamientos influyen en nuestro cuerpo y lo cambian: Una gran tristeza o depresión echa por los suelos nuestras defensas. Sin embargo, llevarnos una gran alegría o enamorarnos nos fortalece el sistema inmunológico. La desesperanza aumenta el riesgo de sufrir ataques cardíacos o contraer un cáncer. Pero el gozo y la satisfacción nos mantienen saludables y prolongan la vida.

Nuestros pensamientos y nuestra mente influyen sobre el cuerpo, ya sea para bien o para mal. Por eso, el envejecimiento es fluido y cambiante: puede acelerarse, retrasarse, detenerse un tiempo y revertirse.

Nuestros supuestos sobre el envejecimiento no describen con justicia nuestra realidad, son invenciones de la mente que hemos convertido en reglas, como lo fueron la creencia de que la tierra era plana o que el sol giraba alrededor de la tierra.

Para desafiar el envejecimiento en su mismo núcleo, es preciso en primer lugar desafiar toda esta visión del mundo y de nuestros cuerpos, pues pocas cosas tienen más poder sobre el cuerpo que las creencias.

Nuestros cuerpos están cambiando constantemente para mantener la vida. Respiramos átomos de carbono, oxígeno e hidrógeno que antes estaban formando parte de de la materia de la tierra, del espacio y de las estrellas. Las células de nuestro cuerpo desaparecen y son reemplazadas por otras nuevas incesantemente: La piel se renueva una vez al mes. El recubrimiento del estómago, cada cinco días. El hígado cada seis semanas. El esqueleto cada tres meses. En poco menos de un año, la mayor parte de los átomos de nuestro cuerpo habrán sido reemplazados por otros nuevos.

Entonces, si literalmente renovamos nuestro cuerpo cada año, ¿Qué es lo que hace que éste envejezca? En su mayor parte nuestras creencias y suposiciones sobre este. También nuestro modo de vida, al fin y al cabo fundamentado en más suposiciones.

En lugar de considerar la segunda mitad de la vida como una época de deterioro progresivo de la mente y el cuerpo, nada nos impide ver en el paso del tiempo la oportunidad de adquirir mayor sabiduría, amor, creatividad, sentido de la vida, alegría y mayor capacidad física y mental. Cada vez hay más personas que viven más años con un cuerpo sano y una mente lúcida.

Es lo que deseamos para toda la humanidad.