La postura de los adultos podría predecir futuras discapacidades en el futuro.
En Serenade, los ejercicios de chikung y de entramado dinámico, logran corregir la postura y el tono, además de poner en forma y rejuvenecer a la persona practicante.
La forma de la columna vertebral derivada de la postura de una persona mayor puede predecir su futura necesidad de asistencia en el hogar o la admisión a un hogar de ancianos, según un nuevo estudio japonés.
Diversos estudios publicados en el pasado ya sugieren que la postura de la columna sana es importante en el paso de la edad de hombres y mujeres para su independencia en la vida diaria.
Yuji Nishiwaki, de la Universidad de Toho (Japón), y sus colegas evaluaron la postura de la columna de 338 hombres y 466 mujeres, entre 65 y 94 años, que eran independientes en las actividades de la vida diaria (bañarse y uso del baño, comer, vestirse, etc ), al inicio del estudio. Durante el período de estudio, que duró alrededor de cuatro años, 126 de las personas estudiadas pasaron a depender para sus actividades de la vida diaria.
El equipo encontró que los sujetos con el mayor ángulo de inclinación de la columna vertebral tenían casi cuatro veces más probabilidades de convertirse en dependientes de la ayuda para las actividades básicas diarias, en comparación con los que tienen menos inclinación espinal.
Los autores señalan que: “Este estudio indica que la inclinación de la columna se asocia con la dependencia futura entre los adultos mayores.”
Referencia del estudio: Kojiro Kamitani, Takehiro Michikawa, Satoko Iwasawa, Norihito Eto, Taichiro Tanaka, Toru Takebayashi, Yuji Nishiwaki. “Spinal Posture in the Sagittal Plane Is Associated With Future Dependence in Activities of Daily Living: A Community-Based Cohort Study of Older Adults in Japan.” J Gerontol A Biol Sci Med Sci., January 28, 2013. [traducción]
Su nombre es Ernestine Shepherd, tiene 75 años y se levanta todos los días de madrugada para correr unos 16 kilómetros, y acto seguido se va al gimnasio. Dice que “la edad es solamente un número”.
Miss Esnie no solo se dedica al culturismo, ya que también es monitora de clases de mantenimiento físico para personas mayores. Dice que su verdadera vocación es ayudar a otros a mantener un estilo de vida más saludable.
Cuando era niña, le gustaba pasar gran parte de su tiempo sentada frente al televisor. Incluso llego a librarse de las clase de educación física después de sufrir un accidente con su bicicleta.
Un días, la imagen que le devolvió el espejo cuando se estaba probando con su hermana un bañador le hizo cambiar de opinión. No eran ya precisamente una niñas. Ernestine tenía 56 años y su hermana Mildred uno más. Las dos siempre han gozado de buenos cuerpos, pero lo que vieron no les gustó y decidieron apuntarse a clases de aerobic en un gimnasio en Baltimore, Maryland.
Un buen día Mildred hizo prometer a su hermana que nunca abandonaría el culturismo aunque a ella le pasara algo. Tres meses más tarde la hermana pequeña tuvo que asistir al funeral de su amiga, hermana y compañera; Mildred había fallecido de un aneurisma cerebral. Ernestine entró en una profunda depresión, acompañada después del pánico. Pero tenía que levantarse como había prometido a su hermana. Y lo hizo.
Con el apoyo de su marido y su hijo, volvió a entrenar con 71 años. Ahora se levanta a las tres de la mañana y después de desayunar y leer la Biblia, sale a correr 16 kilómetros. Mas tarde completa su entrenamiento con pesas y abdominales.
Sin proponer a nadie llegar a esos límites, nos parece un ejemplo magnífico de lo que puede hacer el ejercicio en las personas. Y por supuesto, el empuje de la vitalidad.
Confraternizar con los demás nos ayuda, entre otras cosas, a mantener a raya la discapacidad, protegernos de las dolencias neurodegenerativas como el Alzheimer, aumentar la supervivencia tras un ictus o un cáncer de mama, y a mejorar el estado del corazón y arterias.
Las personas más vitales socialmente y con una ocupación que requiera un esfuerzo mental son menos propensas a presentar deterioro cognitivo de la edad y están más protegidas frente a enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.
“Hay evidencias que demuestran que las relaciones sociales favorecen lo que se llama la «reserva cognitiva», es decir, la habilidad del cerebro para tolerar o compensar los efectos de la patología asociada a la demencia”, según la neuróloga Marian Gómez Beldarrain del Hospital de Galdakao-Usánsolo (Vizcaya, España).
“Mantenerse socialmente activo y tener una ocupación laboral que requiera esfuerzo intelectual pueden favorecer una mayor reserva cognitiva y que no se manifiesten los síntomas de una demencia, tipo Alzheimer”, ha asegurado la experta.
Además, hablar con otras personas de manera amistosa y no competitiva puede facilitar la resolución de problemas comunes porque la interacción social aumenta la capacidad intelectual, sugiere otro estudio, esta vez de la Universidad de Michigan (UMICH) en Estados Unidos.
Por otra parte, investigadores del Hospital General de Massachusetts y la Escuela de Medicina de Harvard (EE.UU.) también han descubierto otra influencia de la vida social en el cerebro humano, en concreto sobre la amígdala, relacionada con las reacciones emocionales.
Los investigadores, dirigidos por la doctora Lisa Feldman Barrett, [traducción] han encontrado que el tamaño de la amígdala cerebral se relaciona con el tamaño y densidad de las relaciones sociales y los contactos de las personas. Esta estructura neuronal podría haber evolucionado, en parte para afrontar la creciente y compleja vida social de la gente.
Para el psicólogo Oscar Ybarra, director de la investigación de la UMICH,[traducción]“este estudio demuestra que simplemente hablar con otras personas, por ejemplo, al hacer amistades, puede deparar beneficios mentales, concretamente en la «función ejecutiva», que engloba un conjunto de habilidades cognitivas que permiten anticipar y establecer metas, elaborar planes y programas, iniciar las actividades y operaciones mentales, autoregular las tareas y efectuarlas eficientemente”.
Incluso beber un poco de alcohol podría ser beneficioso, si se hace con un grupo de amigos o familiares con los que compartir nuestros pensamientos, sentimientos y vivencias, según sugiere un trabajo del doctor Hiroyasu Iso, de la universidad de Osaka [traducción]. Unos niveles altos de socialización en las relaciones potenciarían los beneficios de un consumo alcohólico frugal, pero ese efecto positivo desaparece cuando el consumo supera los 299 gramos semanales de alcohol.
Asimismo,contar con un respaldo social sólido parece fomentar la supervivencia en caso de cáncer de mama, según un estudio de la División de Investigación de Kaiser Permanente, en el Norte de California, que incluyó a más de 2.200 mujeres diagnosticadas de esta dolencia en una fase invasiva temprana.
Las mujeres que se hallaban socialmente aisladas tenían 34 por ciento más probabilidades de morir de cáncer de mama u otras causas que las mujeres socialmente integradas, según las conclusiones de los investigadores de Kaiser Permanente, dirigidos por la doctora Candyce Kroenke [traducción].
Según Cari Jo Clark [traducción], profesora de la Universidad de Minnesota (Minneapolis, EEUU), que ha analizado la supervivencia a un ictus y la vida social en mayores de 75 años, vivir en un ambiente social activo y positivo mejora las respuestas al ictus.
La investigación descubrió que en las personas que respondían activa y positivamente las probabilidades de sobrevivir a un ictus aumentaban un 53 por ciento, debido entre otros factores, a la capacidad de respuesta de los vecinos en los primeros momentos del trastorno brusco de la circulación cerebral.
Además, de acuerdo a otra investigación efectuada en Taiwán y publicada en el Journal of Epidemiology and Community Health[traducción], los mayores de 75 años que salen más de una vez a la semana con sus amistades, tienen mejor salud física y mental, y un 27 por ciento menos de posibilidades de morir tempranamente comparados con aquellos que no salen habitualmente.
Me dio la risa y la orina se me escapó. Tosí y me oriné
Unos sucesos dolorosos capaces de provocar en no pocos casos vergüenza, frustración, desmoralización y aislamiento social.
Llegó la hora de cambiar esto; aquí te explicamos cómo.
El suelo de la pelvis También llamado suelo pélvico, es una zona en la parte más baja del vientre, entre las piernas, formada por músculos entrelazados entre sí como una malla que sostienen formando una hamaca la parte baja del abdomen y sus órganos (vejiga, útero, próstata), estando atravesados además por la uretra, la vagina y el canal anal.
Trastornos del suelo pélvico
Estos músculos, llamados en su conjunto músculo pubococcígeo, precisa como todo músculo de su ejercitamiento para mantenerse en forma. Su poco uso ocasiona su debilidad, y los órganos que sostiene se desorganizan, se desploman y sufren un mal funcionamiento. Esto contribuye a diversos trastornos: pérdidas de orina, infecciones urinarias, dolores en las relaciones sexuales, trastornos de la eyaculación y más…
La solución
Localizando el músculo del suelo pélvico
La manera más sencilla es, cuando estás orinando, detener la micción de golpe; notarás una contracción, más o menos fuerte según el estado del músculo en la entrepierna: esa es la zona.
Ejercicios
Una vez localizado el músculo, puedes repetir esa contracción, digamos de tres a diez veces según la forma en que te halles, unas tres o cuatro veces al día, cuando quieras y en dónde quieras, nadie sabrá que lo estás haciendo.
Al principio, lo mejor será que lo hagas en un sitio tranquilo, de pie, acostada o acostado, o tras tomar asiento.
Los ejercicios son muy fáciles de hacer, y no tienen ningún efecto secundario.
Simula que estás orinando, y detienes la orina. De esta forma, contrae lentamente los músculos subiendolos hacia dentro tan fuerte como puedas. Aguanta la tensión durante 5 segundos y relájalos. repítelo 10 veces cada mañana, cada tarde y cada noche.
Aumenta poco a poco las contracciones hasta 15, 3 veces al día; después puedes aumentarlas a 20 contracciones. Puedes hacer además contracciones extra cuando te venga bien o te acuerdes.
Adquiere la costumbre de hacer los ejercicios durante alguna actividad cotidiana, contestando el teléfono, sentada en la oficina… Si eres constante y regular puedes notar la mejoría a las 3 o 6 semanas, dependiendo del estado en que te hallases al principio.
Posibles errores durante su realización
La contracción de los músculos del estómago, muslos y nalgas, o aguantar la respiración dificultan el ejercicio. Concéntrate en mantener esas zonas relajadas. Los músculos que has de usar son los músculos pélvicos.
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A medida que compruebes la facilidad de su realización en cualquier momento y ocasión, te resultará más fácil y natural hacerlos. Recuerda: no importa dónde ni cuándo.
Una solución rápida a los escapes por la tos o estornudos, al levantar pesos o saltar: Antes del esfuerzo, aprieta los músculos y aguanta hasta después de hacerlo. Después de que acostumbrarte a apretar durante esos momentos, irás teniendo progresivamente menos percances.